Catastro de Ensenada (Murcia). Única Contribución.

1755

1771

1ª División de fondo

122-Libro(s)

El llamado Catastro del Marqués de la Ensenada se inició por Real Decreto de Fernando VI de 10 de octubre de 1749, como paso previo a una reforma fiscal que debía sustituir las complicadas e injustas rentas provinciales por un solo impuesto, la llamada Única Contribución, que finalmente no se llegó a implantar. Similar al catastro catalán, pretendía una mayor equidad en el sistema fiscal por lo que tanto nobles como eclesiáticos quedaban incluídos en las declaraciones. Para ello se necesitaba conocer, registrar y evaluar previamente los bienes de los territorios de la Corona de Castilla, las rentas y cargas de los que fuesen titulares sus moradores, debiendo quedar éstos también formalmente registrados, así como sus familias, criados y dependientes. El que a la averiguación llevada a cabo se la conozca como «de Ensenada» se debe a haberse realizado bajo el impulso y la dirección inicial de don Zenón de Somodevilla y Bengoechea (1702-1781), I marqués de la Ensenada y, desde 1743 Secretario de Estado y del Despacho Universal de Hacienda. En el Reino de Murcia las graves deficiencias detectadas en las primeras Respuestas, remitidas en 1753, obligaron a repitir todo el Catastro (excepto la operación-piloto de Caudete de 1750), por lo que se volvieron a practicar los interrogatorios entre mayo de 1755 y enero de 1756. Hacia 1759 se dio por cerrada la primera etapa de las averiguaciones catastrales en las 22 provincias castellanas. En 1761 el Marqués de Esquilache, nuevo secretario de Hacienda, decidió volver a impulsar la Única Contribución con las Comprobaciones del catastro, que incorporaban alguna modificación como la evalución de ramo real agrario, que pasó a evaluarse por su producto neto (como ya lo hacían los ramos industrial y de comercio) en lugar de por el bruto. La remisión de las Comprobaciones concluyó en 1764, pero el llamado "Motín de Esquilache" de 1766 paralizó el proceso. La Pragmática de libre comercio y la oposición frontal de las clases privilegiadas, que encauzaron sus quejas a la modificación del sistema impositivo a través de los Ayuntamientos, fueron condicionantes que retrasaban la implantación de la Única contribución. En 1770 se inició una reforma mucho más tímida que la proyectada inicialmente, que se dio por concluida con el informe de 12 de marzo de 1799 en el que se exponían las dificultades en la implantación de la Única por las desigualdades resultantes, con lo que definitivamente quedó cancelado el Proyecto.

La Única contribución quedaba distribuida en dos impuestos, el tributo real, que grabaría los bienes raíces y el tributo personal que debía recaer sobre el trabajo, el comercio y la industria y que, a diferencia del anterior debía ser pagado únicamente por el estado llano. Los libros de vecindario recogían la información necesaria para este segundo tributo mientras que los "libros reales" hacían lo propio para el primero. Un interrogatorio de cuarenta preguntas que debían contestar los justicias de cada municipio complementaba la información que fue recogida en los llamados libros de Respuestas generales. El intento de retomar la implantación de la Única contribución entre los años 1770 y 1771 dio lugar a la elaboración de los libros de padrón para el establecimiento de la única contribución que, referidos a las parroquias y partidos de la huerta de Murcia, se conservan en el fondo de Hacienda.

http://pares.mcu.es/Catastro/servlets/ServletController

ARMARIO SÁNCHEZ, Fernando: "Estructura y propiedad de la tierra en Murcia, a mediados del siglo XVIII", 1993 http://eprints.ucm.es/2361/1/AH0015901.pdf. CAMARERO BULLÓN, Carmen: "El Catastro de Ensenada, 1749-1759: diez años de intenso trabajo y 80.000 volúmenes manuscritos", 2002. http://www.catastro.minhap.gob.es/documentos/publicaciones/ct/ct46/06.%20Concepcion%20Camarero.pdf.

Otro título: Catastro del Marqués de la Ensenada (Murcia). Los rollos de microfilm son de 35 mm.